El vestido social del siglo XXI

Cuando pienso en vestido social, hago referencia al “estado” de la forma que adopta el sistema de las relaciones entre individuos de una sociedad, identificada con la condición del siglo XXI. Una de las preguntas tentadoras que mueve el pensamiento social es ¿cuál será el paradigma más grande que se asocia al cambio de siglo?

Consideraría como primera opción el cambio del estado de agregación de la materia de sólido a líquido; pero en el sentido metafórico o cultural del término. Lo que retomo de esta asociación es el cambio estructural, la modificación de las condiciones de temperatura o presión social, en relación con las fuerzas de unión de los sujetos que la constituyen.

Cada estado de agregación posee propiedades y características diferentes, por lo que vamos a dialogar sobre el paso metafórico de lo sólido a lo líquido. Pensamos en una hipótesis (jeu) de cambio cultural del estado de agregación de la materia, que acompaña el cambio de la sociedad off line a la on line. El vestido social es lo que re-viste el estado de un volumen definido, sin forma fija. Teniendo un usuario de cuenta de correo electrónico, contamos con un fragmento de vestido social del siglo XXI.

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El vestido social del siglo XXI reviste el estado de la forma en que son percibidos los objetos del conocimiento. Por ejemplo, en el estado de lo sólido, los objetos del conocimiento se presentan como estructuras de forma definida, con la capacidad de soportar fuerzas sin deforma aparente. Los objetos de conocimiento en este estado, son calificados generalmente como resistentes, y en ellos las fuerzas de atracción son mayores que las de repulsión. Por ejemplo: la Banca Mundial, las Instituciones educativas, la democracia, el Estado. Los objetos de conocimiento en este estado suelen presentar algunas de las siguientes características: cohesión elevada; “forma definida y memoria de forma”, significa que presentan fuerzas elásticas restitutivas si se deforman fuera de su configuración original; resistencia a la fragmentación, fluido muy bajo o nulo y algunos de estos objetos de conocimiento se subliman; es decir, atraviesan el cambio de estado de sólido a gaseoso, sin pasar por el estado líquido. El estado de sólido actúa como una estructura, estructurada y estructurante, donde se asientan los cánones estéticos, las escuelas de pensamiento, la idea de democracia y el sentido de lo social.

El vestido social del siglo XXI reviste el estado de lo líquido, el estado de la viscosidad en condiciones asimétricas. En este estado, los objetos del conocimiento poseen una resistencia a fluir, una resistencia al desplazamiento cuando existe una diferencia de presión. Es el caso de los movimientos sociales o redes informales que buscan promover la acción colectiva en el seguimiento de un objetivo común. Este vestido se entreteje en otras fibras (tecnológicas, generacionales, de orden global, etc), por ejemplo, fibras flexibles, transparentes, que tramiten luz entre dos puntas y mayor cobertura en distancia y ancho de banda, como la fibra óptica.

El vestido social del siglo XXI sobrecoge la complejidad de las relaciones que se establecen entre diferentes sujetos. Franquea la tensión de lo sólido por el grado de deformación, con la habilidad de pasar por cualquier abertura por más pequeña que sea, en condiciones favorables.

¿Cómo se ve el cambio de lo sólido a lo líquido en el vestido social del siglo XXI?

¿Cómo se viste de líquido un objeto del conocimiento en el siglo XXI?

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