La conexión entre el sexo y el sueño va más allá del hecho que ambos tienen la cama como escenario compartido. El sexo y el sueño comparten una relación interdependiente: una vida sexual saludable conducirá a una mejor salud del sueño y viceversa. El estado de sufrimiento y mejora de uno está relacionado con el otro.
El sueño corto afecta negativamente nuestras vidas sexuales:
“La privación del sueño afecta la vida sexual por el cansancio. Estar demasiado cansado para tener sexo es la razón principal informada por individuos o parejas que han perdido interés en el sexo”.
Después de un orgasmo, el cuerpo libera niveles más altos de prolactina, hormona vinculada al sueño. Se ha demostrado que la prolactina, que se asocia satisfacción sexual, aumenta después del orgasmo, y aún más, cuando este se produce durante las relaciones sexuales. Juntos, sugieren que la actividad sexual puede ser parte del mecanismo neurohormonal subyacente que facilita el sueño después de las relaciones sexuales.
El sexo antes de acostarse puede ayudar a mejorar la calidad del sueño, gracias a las endorfinas liberadas, que sirven para calmar la ansiedad y relajarse.
Otra hipótesis plantea que la liberación de oxitocina durante el sexo puede actuar como un sedante, lo que conduce a reducir el tiempo que lleva dormirse. Después de tener relaciones sexuales y alcanzan el orgasmo, tenemos una liberación masiva de oxitocina.
Cuando las actividades sexuales culminan en un orgasmo, no hay diferencias de género en términos de percepciones del impacto en el sueño. Mientras que los orgasmos con una pareja parecen tener el mayor beneficio en términos de resultados del sueño, los orgasmos logrados a través de la autoestimulación también pueden ayudar a la calidad del sueño. Participar en una actividad sexual segura y satisfactoria (ya sea solo o con una pareja) junto con otras estrategias de higiene del sueño antes de intentar dormir, puede ofrecer a la población adulta en general un enfoque conductual saludable para mejorar su sueño posterior.
«El sexo y el sueño se encuentran entre las necesidades más básicas y esenciales para nuestra salud en general, por lo que es interesante saber en qué medida pueden proporcionar beneficios mutuos».
En las mujeres, el embarazo, la vida posparto y la menopausia pueden causar trastornos del sueño o insomnio, lo que reduce el interés por el sexo debido a la fatiga, el estrés o la depresión.
En el caso de los hombres, se ha descubierto que la eyaculación reduce la actividad en la corteza prefrontal, región del cerebro que se beneficia de la calidad del sueño. En el sueño, la corteza prefrontal exhibe la actividad de ondas cerebrales más lenta en comparación con otras regiones cerebrales, lo cual potencia la adecuada realización de funciones cognitivas durante el día.
El sexo cuenta con unos beneficios distintos según seas hombre o mujer. Los hombres, se benefician aparentemente más de esta práctica, ya que, debido a una cuestión fisiológica, concilian más rápido el sueño tras el sexo. En cambio, a las mujeres, el sexo no les induce el sueño, lo que sí les proporciona es un aumento significativo del nivel de relajación y bienestar, lo que ayuda al cuerpo a conciliar el sueño.
Mi último comentario es una cuestión de estética.
Si el sexo no te convence como terapia de sueño, tal vez la belleza te motive
más. Además de la oxitocina y prolactina que se liberan antes y después del
orgasmo, al hacernos dormir plácidamente mejora nuestra apariencia porque evitamos
las ojeras.
Doctora en Ciencias Sociológicas
Investigadora de campos sociales
Redactora de contenido hipermedia
Sembradora de tendencias