Al terminar la universidad nadie te va a preguntar tus notas, sino ¿qué sabes hacer?
La idea del trabajo ha cambiado, pero en verdad las notas, mucho, poco o nada han importado.
Alguien que haya nacido en los 50 primeros años del siglo XX posiblemente haya tenido -durante toda su vida laboral- no más de dos empleos. Y allí debió trabajar duro hasta jubilarse.
Con la llegada del siglo XXI se perdió la seguridad y la estabilidad laboral. Los trabajadores saben que no pueden dejar su futuro en manos de instituciones públicas o empresas privadas. La tendencia es a asumir las riendas de su vida profesional y crear su propio empleo, sus propias oportunidades.
Los millenials por opción y la generación Y por obligación no se encasillan con el empleo. Trabajamos por cuenta ajena, autónomos o como “profesionales independientes bien calificados que desplegamos todas nuestras posibilidades, nuestro conocimiento y nuestra creatividad en diferentes proyectos, con diferentes personas y en múltiples disciplinas”.[1]
El “nuevo” trabajo viejo de la economía solidaria requiere: clientes, proyectos y un propósito común. Este último es el compromiso profesional. Se trabaja de conjunto con otros profesionales a partir de un acuerdo, un interés común y ganancias para todos. La conectividad es el paradigma que lo ha cambiado todo, a todos.
Ahora vale estudiar lo que te motive, lo que te impulse. Ya no existe un mercado de carreras universitarias, sino que estudias lo que te guste (para lo que eres bueno) y la creatividad te sitúa. Haces lo que te salga… y pones toda tu energía en ello.
Todo se trata de perder el miedo a salir de tu zona de confort para comenzar a descubrir cosas en ti que no reconoces, porque no te diste la oportunidad. ¿A qué le temes? A la incertidumbre, a no saber si van a aparecer los clientes, los ingresos, el no saber cuándo empezar a trabajar y cuando decir basta por hoy. ¿Por cierto, qué día es hoy?
Este nuevo trabajo tiene nuevas reglas. Se trata de conectar ideas con personas. Requiere responsabilidad y disciplina, que más bien creo es constancia. ¿Para qué? Para gestionar el tiempo y el conocimiento; no es saber por saber, es saber para ser y hacer. ¿Qué? Lo que te dé la gana, lo que seas capaz de hacer. Tú pones la meta y tú luchas por alcanzarla. Es tu propia guerra o tu propia paz.
¿Qué nota hace falta para eso?
Creo que a lo máximo tres competencias:[2]
No es la nota lo que importa, es lo que haces con lo que lograste aprender.
[1] Nacho Cambralla (2013). El empleo del futuro o el futuro del empleo. TEDxValencia.
[2] Pablo Heinig (2015). Tres competencias básicas para el futuro. TEDxCordoba.
Doctora en Ciencias Sociológicas
Investigadora de campos sociales
Redactora de contenido hipermedia
Sembradora de tendencias