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La GCT como recurso para el desarrollo a escala humana

El conocimiento tradicional (CT) se define como el “conjunto o acumulación de conocimientos prácticos y creencias, obtenidos y desarrollados a través de la observación y experimentación de las poblaciones o sociedades autóctonas con los elementos y condiciones específicos de su hábitat o entorno, para garantizar la supervivencia y satisfacer las necesidades de su comunidad”.[1]

Se trata de una diversa y dispersa producción mundial de conocimientos. Otra particularidad es la interculturalidad, como concepción teórica y práctica relativa a la forma en que se producen los conocimientos, e implica una toma de postura respecto de las relaciones entre las personas, que conducen al reconocimiento de la diversidad, defensa de la igualdad, fomento de la interacción y transformación social.[2]

¿Por qué surge el interés por la gestión del conocimiento tradicional (GCT)?

Por el hecho de considerar al conocimiento tradicional como un recurso para el desarrollo a escala humana. Así lo afirman tanto organismos internacionales[3] como investigadores independientes.[4] El Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (1992) considera que el conocimiento tradicional, la identidad y las prácticas de las comunidades tradicionales, son partes de sistemas de vida que permiten la conservación y la utilización sostenible de la biodiversidad. Mientras que una evaluación internacional del papel del conocimiento, la ciencia y la tecnología en el desarrollo agrícola, evidenció que mucho de este conocimiento tradicional, diverso, disperso por todo el mundo y relacionado siempre con el medio ambiente y territorio, es necesario para alcanzar los objetivos de sostenibilidad y desarrollo como especie.[5]

A lo anterior se suma el valor patrimonial del conocimiento tradicional frente al deterioro ecológico. La sumatoria de los conocimientos tradicionales (locales), contribuye a alcanzar un objetivo global como es el desarrollo sostenible: “existe un valor desarrollado en cada una de las interacciones del hombre con su territorio, mantenidas en el tiempo, la cual puede devolver la visión sostenible, que debiera acompañar nuestro desarrollo como sociedad global”.[6] Estos aspectos exigen una gestión para el conocimiento tradicional, que contribuya a promover el bienestar humano y de la naturaleza como exigencia del sostenimiento de la vida en la Tierra.

La gestión de conocimiento tradicional difiere de cualquier gestión de conocimientos asociada a una práctica de negocio, relacionada con el campo empresarial donde la finalidad es transferir el conocimiento desde el lugar donde se genera hasta el lugar dónde se va a emplear.[7] En el caso específico del conocimiento tradicional está asentado en el territorio y en sus fenómenos naturales; es una construcción social comunitaria ajustada a un contexto. Es un conocimiento que proviene de la naturaleza y se utiliza para poder convivir con ella y, actualmente, para mitigar los efectos e impactos del cambio climático y la reducción de riesgos de desastres. Tal es el caso de técnicas de gestión de incendios forestales, de cultivos; agricultura rotativa; mejoramiento de semillas; uso medicinal de las plantas; aprovechamiento de las fuentes de agua; entre otras que incluyen el uso de restricciones, tanto de espacio como de tiempo, para permitir la recuperación de los recursos.

En la gestión del conocimiento tradicional está subsumida la perspectiva de las asimetrías sociales; los desequilibrios con que se ha considerado la producción social de conocimientos y, por ende, la gestión de los mismos. Entre las asimetrías sociales que subyacen cabe mencionar el limitado reconocimiento a la diversidad cultural y a la autodeterminación en el territorio, desigualdad de acceso a los espacios de diálogo, hegemonías en la validez del conocimiento, desigualdad de las condiciones para producirlo, entre otras.

La gestión del conocimiento tradicional tiene su núcleo asociado al territorio (localidad), a la familia y a la comunidad.[8] De lo anterior se infiere que estaría relacionada con la subsistencia del territorio,  entendido como centro de producción de prácticas culturales, entre ellas, la producción de conocimientos relacionados con su medio natural; la protección de la familia, quien contribuye a reafirmar la identidad colectiva, regula el uso de los recursos naturales y condiciona el modo de trasmisión del conocimiento tradicional. Por último, el uso de la acción comunitaria como método de organización y regulación social, que resulta necesario para conservar, transmitir y utilizar los recursos del territorio (agua, tierra y conocimiento).

Existen, en el espacio social donde trascurre la producción y la gestión del conocimiento tradicional, vínculos de asimetría desfavorables a los pueblos tradicionales. En principio, el no reconocimiento al papel que cumplen estos agentes y su contribución al desarrollo: “no se reconoce y menos aún se paga, por la conservación de la biodiversidad y los suelos en los sistemas agrícolas más antiguos”.[9] A lo que se une la subestimación del conocimiento tradicional frente al conocimiento científico, y la no comprensión de la relación entre conocimiento y posibilidad de subsistir como grupos sociales.

En respuesta a estas limitaciones, la gestión del conocimiento tradicional tendrá que prestar mayor atención a las relaciones que se establecen entre los agentes que comparten el espacio de la producción y gestión de conocimientos. Sobre el conocimiento tradicional se ha dicho que “contiene una energía social importante para frenar el deterioro social, cultural y ambiental en los procesos de globalización tal como se presentan en la actualidad”.[10]

Devolverle la calidad humana al desarrollo y recuperar el sentido de lo comunitario, podría ser el objetivo de un diálogo que fundamente el desarrollo humano en el recurso cultural, que a la vez condicione el desarrollo económico.

 


[1] Restrepo Orrego, Carlos Ernesto (2006). «Apropiación indebida de recursos genéticos, biodiversidad y conocimientos tradicionales: biopiratería». Tesis de grado. Universidad Externado de Colombia. Facultad de Derecho. Página 71.

[2] Malik Liévano, Beatriz, & Ballesteros Velázquez, Belén. (2015). La construcción del conocimiento desde el enfoque intercultural.

[3] ONU-Organización de Naciones Unidas (1992). Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica y UNEP-Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (2008). Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola. Conocimientos tradicionales y locales e innovaciones a nivel comunitario.

[4] Van Schoubroeck et al, 2009; Pinedo-Vásquez, 2013 y Rosas, 2014.

[5] IAASTD, (2008).

[6] Rosas Bustos, Catherine Sylvia (2014). Gestión del Conocimiento Tradicional como Recurso Patrimonial Activo, en la Función Cultural y Ambiental del Territorio.

[7] Fuentes Morales, Bulmaro Adrián (2009): La gestión de conocimiento en las relaciones académico-empresariales. Un nuevo enfoque para analizar el impacto del conocimiento académico.

[8] Bárcenas Argüello, Rosa Josefina; Manzo Ramos, Fernando y Méndez Cadena Esther (2008). La gestión del conocimiento tradicional y su relación con los derechos de propiedad intelectual. El caso del maíz criollo en una comunidad maya.

[9] Van Schoubroeck, Frank; Luohui Liang y Van Bodegom, Arend-Jan (2009). Asuntos candentes ayudan a preservar sistemas agrícolas tradicionales.

[10] Rosas, 2014, Ídem.


 


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