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Alexitimia: ausencia de palabras

La alexitimia designa la incapacidad para hacer corresponder las acciones con las emociones o la incapacidad para leer o expresar emociones o sentimientos. Es un trastorno que afecta a 1 de cada 7 personas. No obstante, estos resultados deben ser interpretados con cautela debido a la ausencia de investigaciones que los corroboren.

Se manifiesta sobre todo en el 85% de los que padecen trastornos autistas.[1] Respecto a esto, los neurólogos han percibido anomalías en la zona cerebral encargada de vincular las emociones con el área que las conoce, identifica, analiza y formula. Los que padecen el daño, en lugar de mostrar una actividad cerebral adaptada a la intensidad emotiva de la situación, manifiestan una actividad demasiado débil o demasiado intensa, que perturba la apreciación justa de la experiencia emocional.

La afirmación “no sé si tengo mucha hambre o mucha rabia” refleja cuán difícil es para muchos el saber lo que realmente sienten. Se necesita un “código” común para identificar lo sentido, en sí mismo y en los demás, ya que casi no existen los intercambios lingüísticos ni señalizaciones verbales. Quienes padecen este trastorno mantienen una gran agresividad hacia su entorno e incluso hacia sí mismos. Al no poder verbalizar sus sentimientos, o al ni siquiera reconocerlos, sufren la tendencia a sentirse fracasados.

Las manifestaciones alexitímicas esenciales son:[2]

  1. La incapacidad para expresar verdaderamente las emociones o los sentimientos.
  2. La limitación de la vida imaginaria.
  3. La tendencia a recurrir a la acción para evitar y solucionar los conflictos.
  4. La descripción detallada de los hechos, de los síntomas físicos, actividad del pensamiento orientada hacia preocupaciones concretas.

En la etapa infantil, si los padres, por una razón cualquiera (depresión, personalidad frágil, inestabilidad emocional o incluso alexitimia) no le aportan al niño suficientes indicaciones verbales sobre las emociones que experimenta, este puede encontrarse falto de palabras, reflejo de la pobreza de sentimientos identificados.

¿Qué hacer?

Ayudarles a los niños a saber qué sienten, a nombrar sus emociones. Se debe prestar atención y cuando algo les pase (se enojen, se entristezcan, se alegren, se frustren, se aburran, etc.) lo mejor es poder decírselos, así ellos aprenden qué nombre tiene aquello que les sucede. Por ejemplo: “¿estás triste porque tu amigo se tuvo que ir?”, “estás muy contento porque vamos a la playa”. Este ejercicio se puede repetir al contarles un cuento o historia, añadiendo emociones y sentimientos en los personajes. Esto ayuda a entender y practicar la empatía.

En el caso de personas adultas una manera de ayudar es aumentar más “estados mentales” a nuestras conversaciones. Es decir, incorporando frases y palabras que sugieran cómo nos sentimos o se sienten los demás. Este hecho contribuye a mejorar la forma en que nos conocemos y expresamos lo que nos sucede a nosotros y a los demás.

La alexitimia es un concepto de rango. No todas las personas la tienen en el mismo grado, y en cantidades pequeñas puede ser bastante común. Puede concebirse como un conjunto de dimensiones de habilidad en la expresión verbal del estado emocional de la persona (Swiller, 1988).

 

 

[1] Según los estudios: Hill E, Berthoz S, Frith U (2004). Brief report: cognitive processing of own emotions in individuals with autistic spectrum disorder and in their relatives. Journal of Autism and Developmental Disorders 34 (2): 229-235 y Paula-Pérez, I. (2010). Alexitimia y síndrome de Asperger. Rev Neurol., Mar 3;50 Suppl 3: S85-90.

[2] Según explica Pedinielli (1992) en una de las primeras obras aparecidas en francés sobre la cuestión.

 


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