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Tendencia demográfica en bono

¿Qué es el bono demográfico?

Se refiere al crecimiento en la economía de un país, como efecto resultante de un cambio en la estructura de edad de la población. Es una fase en que el equilibrio entre edades resulta una oportunidad para el desarrollo. El cambio es provocado por una disminución en las tasas de fertilidad y mortalidad.

Hay cuatro áreas principales donde un país puede encontrar dividendos en el bono demográfico:

  1. Ahorros: los ahorros personales crecen y pueden utilizarse para estimular la economía.
  2. Oferta laboral: se agregan más trabajadores a la fuerza laboral, incluidas más mujeres.
  3. Capital humano: con menos nacimientos, los padres pueden asignar más recursos por hijo, lo que lleva a mejores resultados educativos y de salud.
  4. Crecimiento económico: el PIB per cápita se incrementa debido a una disminución en la relación de dependencia.

La cantidad de dividendo demográfico que recibe un país depende del nivel de productividad de los adultos jóvenes y, a su vez, del nivel de escolaridad, las prácticas de empleo, el momento y la frecuencia de la maternidad, y las políticas económicas.

El bono demográfico proporciona una ventana de oportunidad para un mayor crecimiento económico y una reducción de la pobreza. A medida que el tamaño relativo de la fuerza laboral aumenta, la producción del país se expande porque hay más personas para trabajar y producir.

¿Qué sucede en América Latina?

América Latina alberga uno de los grupos demográficos más jóvenes del mundo. Brasil y Paraguay lideran la región con las tasas de participación más altas (Population Reference Bureau-PRB). Mientras que la creciente demografía juvenil proporciona a las empresas la libre elección entre un grupo laboral amplio, no es competitivo, por la cuantía de la inversión en educación (sobre todo terciaría) en la región.  El número limitado de oportunidades educativas disponibles en América Latina significa que muchos jóvenes se quedan sin trabajo o incluso sin la posibilidad de estudiar.

El excedente de juventud ha creado un amplio grupo de trabajadores para los empleadores, pero ha resultado difícil encontrar oportunidades de empleo y educación para todos. Esto significa que el bono demográfico de la región corre el riesgo de convertirse en una carga si no se administra de manera eficiente. Cifras de la ONU muestran que la tasa de desempleo juvenil es de alrededor del 15 %, más del doble de la tasa de desempleo general. Alrededor del 53 % de la población joven total está empleada, mientras que aproximadamente un tercio son estudiantes a tiempo completo. Esto deja a una población de casi 20 millones de “NiNis” (ni estudian, ni trabajan).

En el 2014, la ONU estimaba que la población entre 15-24 años en América latina, alcanzaba los 106 millones.[1] La mayoría de los países todavía pueden aprovechar el bono demográfico. Sin embargo, para que esto suceda, la región necesita invertir más en los niños y jóvenes, y favorecer su inclusión en los procesos económicos, políticos y sociales.

¿Qué dicen las estadísticas sobre Ecuador?

Hacia el 2020, Ecuador empezará a disfrutar de un bono demográfico. Habrá una gran proporción de la población entre los 20 y los 65 años. Es decir, muchas más personas en edad de trabajar. Luego de este fenómeno que puede durar un par de décadas, los jóvenes adultos empiezan a envejecer y la proporción de la población mayor de 65 años empieza a crecer.

Es importante diseñar políticas correctas para aprovechar esta abundancia. De manera inmediata (corto y mediano plazo) hay que enfocarse en los jóvenes y a largo plazo en los niños. Si los niños no tienen la educación ideal para un mundo cambiante, posiblemente consigan empleos mal pagados, pero si el mercado laboral no tiene la suficiente flexibilidad tendremos más de una generación de trabajadores informales que poco podrán aportar al crecimiento económico del país.

Las competencias (global y blandas) y el emprendimiento, contribuyen a empoderar a niños y jóvenes para desarrollar actividades en la economía del conocimiento, mejorar la productividad y transformar la sociedad. Para ello es necesario, facilitar la transición de la academia al mundo del trabajo y darles las herramientas para construir el futuro en el presente.

[1] El ranking de los 10 países que contribuirían a esta estadística son: Nicaragua, 22.4%; Guatemala, 22.1%, Honduras, 21.2%; Belice y Guyana, 21%; El salvador, 20.8%; Paraguay, 20.5%; Bolivia, 19.8%; Perú, 19,2 y Venezuela, 18.8%. Cifras estimadas en 2014.


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