En los contundentes, definitorios, años 60, Mafalda aún no tenía aparato de TV. Sermoneaba a Susanita: “¿Soy un bicho raro por no tener TV?”. Eran tiempos de Beatles, guerra, armas nucleares, racismo, comunismo, ideales y feminismo. Sus planteos y dilemas eran propios de toda la generación que atravesaba esa década agitada, pero que todavía se permitía la esperanza.
Este comienzo de la década fue representativo de un período que estaría caracterizado por las confrontaciones internacionales y las protestas de una ciudadanía cada vez más crítica con las acciones de sus gobernantes y la situación que se dibujaba en el mundo tras la recuperación económica de la posguerra. Fue la época de los movimientos de protesta contra la guerra en Vietnam; contra la invasión de las tropas soviéticas en Checoslovaquia, en la Primavera de Praga; en Mayo del 68 contra el orden establecido, durante las revueltas estudiantiles y sindicales que se inician en Francia y se extendieron por otros países.
Los años sesenta, pueden considerarse la década de las ideologías. En Europa la juventud se alzó en lo que posteriormente se conoció como el “Mayo francés”, en 1968. Los movimientos sociales adquieren cada vez mayor importancia en América Latina, particularmente en Chile, donde en 1970 un gobierno socialista llegaría al poder por la vía democrática. Mafalda nació el 15 de marzo de 1962. Pero Quino considera como su nacimiento la fecha en que apareció por primera vez publicada, el 29 de septiembre del año 1964.
Mafalda proviene de una familia argentina de clase media. El padre es agente de seguros. Y la madre es ama de casa. Tiene un hermano menor, Guillermo. Le gustan mucho los Beatles, el pájaro loco, leer, oír la radio, montar en columpio, jugar al ajedrez y jugar a los cowboys. Odia la sopa, que le pregunten si quiere más al padre o a la madre, la violencia y la injusticia. Hace muchas preguntas, cuestiona todo y a todos. Es irónica y respondona. No es perfecta, por eso la admiramos, pero quiere serlo. Cuando sea mayor quiere ser traductora de la ONU, para que cuando los embajadores discutan, traducir todo al revés y que así se entiendan mejor y haya paz de una vez por todas.
Representa la aspiración idealista y utópica de hacer de este un mundo mejor, aunque la envuelven el pesimismo y la preocupación debido a las circunstancias sociopolíticas que aquejan permanentemente a nuestro planeta. Los comentarios y ocurrencias de Mafalda son espejo de las inquietudes sociales y políticas del mundo de los años sesenta. Denuncia, a través de sus dichos y acciones, la maldad y la incompetencia de la humanidad y la ingenuidad de las soluciones propuestas para los problemas mundiales, como el hambre y las guerras.
Hay temas que son recurrentes en sus historias:
Quino manifestaba la incertidumbre de esos días que prometían cambiar la Historia apelando a metáforas, alegorías y estereotipos. Así como la sopa fue símbolo del abuso de los poderosos, Susanita representaba el deseo casi vulgar por lo extremo de conseguir marido para ser madre de muchos hijitos, y Manolito era la versión vernácula del capitalismo que se venía.
Textos consultados: http://eju.tv/2014/09/mafalda-5-claves-que-la-definen-y-la-hicieron-emblematica/, https://www.revistaesfinge.com/filosofia/humor-filosofico/item/1166-mafalda-la-pequena-filosofa-1-parte
Doctora en Ciencias Sociológicas
Investigadora de campos sociales
Redactora de contenido hipermedia
Sembradora de tendencias