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El riesgo de pensar la educación desde los datos

¿Los datos contribuyen a mejorar el sistema educativo?

Es lo que se espera. La medición del progreso académico es común. Cada vez hay más docentes que dedican tiempo no a la enseñanza, sino a analizar datos como exámenes, evaluaciones interinas, encuestas, notas de asistencia y comportamiento.

Los grandes números son necesarios, cuando agregan valor. Las respuestas basadas en datos llevan a más preguntas, pruebas y análisis basados ​​en datos. Pero, la búsqueda de datos se interpone en el camino del aprendizaje real.

Los datos, en sentido general confirman que persisten las dificultades para leer y las matemáticas. La tasa de graduación no mejora como se esperaba. Pero el dato interesante es que se evalúa a los estudiantes y las deficiencias vienen desde los maestros.

Una investigación da cuenta que, en 2007, solo el 8 % de los estudiantes de 8vo grado de un distrito escolar, operaban a nivel de grado en matemáticas. Al mismo tiempo, las evaluaciones de desempeño de los docentes, en el 95 %, los calificaba de buen trabajo.

¿Cómo puede una mayoría de docentes pensar que está haciendo un excelente trabajo, cuando están produciendo para un 8 % de éxito?

Se requiere mayor exigencia en la medición del impacto de los maestros como parte de las evaluaciones. El error de datos se ha infiltrado en la metodología. Los líderes escolares y los responsables de la formulación de políticas esperan demasiados datos, evalúan en exceso el aprendizaje de los alumnos en detrimento del aprendizaje en sí y se pierden en su abundancia de números.

¿Qué dicen los datos?

La decisión de liderazgo es la cantidad-calidad de datos que se deben recopilar. Las acciones deben estar determinadas, por la mejor información disponible. Los datos a nivel nacional (EE. UU.) sugieren que el crecimiento de la escolarización basada en datos no ha funcionado. La rendición de cuentas basada en pruebas puede haber producido avances modestos en las matemáticas de la enseñanza primaria, pero no avances apreciables en la lectura, o en las matemáticas de la enseñanza secundaria; a pesar de que la lectura y las matemáticas han sido su enfoque principal.

Se espera que los datos ayuden a superar el problema de que muchos estudiantes aprendan muy poco, pero hasta ahora son una respuesta insuficiente, incluso engañosa. Una mejor instrucción no proviene de contar con información más detallada, sino de cambiar lo que hace la gente. La reforma impulsada por datos debe enfocarse en convencer a los maestros de la necesidad de cambiar y apuntar a lo que se necesita cambiar.

¿Están aprendiendo los estudiantes?

Sigue siendo la pregunta más importante, y no se puede responder sin mirar los resultados. Mirar cada vez más cerca, y cada vez más a menudo los datos, no hará que los estudiantes aprendan más. Tratar de convertir a los maestros en analistas de datos en lugar de ayudarlos a ser mejores maestros, es una pérdida.

¿Qué hacer?

Después de todo el análisis que se pueda hacer con los datos, debe trabajarse donde están las brechas de los estudiantes. Por varias cuestiones (tiempo, número de estudiantes, metodologías), pocos maestros logran verificar las respuestas de todos los estudiantes. A menudo, obtienen la respuesta correcta de un estudiante y siguen adelante.


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