Una hipoteca es el derecho sobre un bien para garantizar el cumplimiento de una obligación.
El término»hipoteca social»[1] tiene principalmente una función social, establecida en el destino universal de todos los bienes. Hace referencia a la importancia de la acción social a favor de los necesitados. Los bienes que se acumulan no están destinados a ser reservados o acumulados, sino que están» destinados a todos».[2] Pero el tema viene a quedar sobre el objeto del conocimiento (propiedad privada), cuando la obligación de ayuda pesa sobre el sujeto (personas naturales y jurídicas) que poseen los bienes, no sobre las propiedades.
Todos debemos mucho a la sociedad, más de lo que –generalmente- estamos dispuestos a admitir. Aunque vale a título personal, intento enfocarlo en la personería jurídica. Con el libre comercio, ahora comercio justo, se ha visto un incremento del «estado de bienestar corporativo» gracias a la extensión de los derechos de autor, la protección de patentes y otras formas de ayudas públicas para la acumulación de riqueza privada.
Por ejemplo, las compañías petroleras arriendan extensiones de tierras públicas del gobierno, a una cantidad que se ubica a tasas muy por debajo de cualquier valor de mercado concebible (incluso cuando se ajusta por regalías). La industria de las telecomunicaciones recibe franjas del espectro digital por valor de miles de millones de dólares. La industria minera arrienda tierras por una gran suma de dólares y es capaz de embolsar el 100 % de las ganancias del oro, la plata y otros minerales que extrae.[3]
Como diría Noam Chomsky: «Las grandes industrias energéticas reciben subvenciones de cientos de millones de dólares, la economía high-tech se beneficia de las investigaciones públicas de décadas anteriores, las entidades financieras logran ayudas masivas tras hundirse… Todos ellos viven con un seguro: se les considera demasiado grandes para caer y se los rescata si tienen problemas».
El bienestar corporativo no es necesariamente algo malo (Surowieck, 2012). Pero la relación mercantil Empresa privada-Estado, las convierte en «tan dependientes del gobierno como la persona que obtiene el crédito por ingreso del trabajo». Pareciera que el problema de la asistencia del gobierno molesta cuando se trata de socorrer a los más necesitados en cuestiones de pobreza. En tal caso se habla de un gobierno pequeño, pero lo que está presionando es un gobierno que sea pequeño cuando se trata de ayudar a las personas y grande cuando se trata de ayudar a las empresas.
El pago de la Hipoteca Social concierne a todos los actores sociales, políticos y económicos de una sociedad. Se trata de cambiar nuestra actitud. No es dar un donativo, sino conectarnos con los proyectos sociales de nuestra comunidad.
[1] El término hipoteca social fue acuñado por el papa Juan Pablo II durante la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano celebrado en Puebla en 1979.
[2] Tomado de Solicitudo rei socialis, notas.
[3] Tomado de The Social Mortgage. William Bole, 2012.
Doctora en Ciencias Sociológicas
Investigadora de campos sociales
Redactora de contenido hipermedia
Sembradora de tendencias